sábado, 9 de noviembre de 2013

Traumas psicológicos: ¿Es bueno enterrarlos?


Entendemos por trauma los efectos psicológicos producidos por eventos que generan un gran impacto emocional en la persona y se siguen manteniendo aunque las circunstancias o sucesos traumáticos hayan cesado. Esos síntomas psicológicos suelen ser ansiedad, miedo intento, dificultades para dormir, evitación de situaciones o lugares cotidianos que recuerdan al trauma, estado de alarma permanente, etc.

Algunos autores han hecho una distinción entre dos tipos de traumas: los traumas con “T mayúscula” que se refieren a aquellos eventos en los que ha peligrado la vida de la persona o se ha presenciado el peligro de otra: agresiones, accidentes, enfermedades, catástrofes naturales, abusos sexuales, etc. Y por otro lado están los traumas con “t minúscula” que no son eventos considerados tan graves pero que pueden causar también un gran impacto emocional que deje secuelas psicológicas. Por ejemplo, rupturas de pareja, abandonos, sentirse humillado privada o públicamente.

A veces a esos traumas con “t minúscula” tratamos de no darles importancia o incluso negamos que puedan habernos causado tantos problemas, ya que aparentemente no son tan “graves”. Sin embargo, no hablar de ellos, tratar de cerrar los ojos ante el dolor que aun provocan o restarles importancia, hace que se perpetúe en el tiempo. Y lo peor, es que en muchas ocasiones nos llevan a seguir tropezando una y otra vez en la misma piedra, viéndonos con frecuencia en situaciones similares.

Si entendemos por “enterrar el trauma” cerrar los ojos ante los síntomas más que evidentes de que aun sigue habiendo dolor, entonces la respuesta es que NO, no es bueno enterrar un trauma. Es bueno tratarlo, superarlo y dejarlo atrás. ¿Y eso es posible? SI, existe una terapia llamada EMDR (desensibilización y reprocesamiento a través de los movimientos oculares) especialmente indicada para tratar tanto los traumas “T mayúscula” como “t minúscula”. Por supuesto, los recuerdos no se pueden borrar pero si pueden perder la carga emocional negativa y los pensamientos negativos asociados a ellos.

Como psicóloga me he especializado en esta técnica, si necesitas ayuda llama!



Alicia Martínez Peral
Gabinete de Psicología y Salud Cuántica
Teléfono: 942 049 112
c/Vargas 55ª 3ºB. Santander
www.gabinete-cuantica.es
info@gabinete-cuantica.es

viernes, 25 de octubre de 2013

¿Crisis de los cuarenta?

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¿Crisis de los cuarenta?: Cómo reconocer que ha llegado el momento del cambio

Tomar decisiones puede convertirse en una fuente importante de infelicidad. Un estado de indecisión prolongado conduce en muchas ocasiones a situaciones muy destructivas, que pueden provocar muchos daños psicológicos. Esa decisión puede ser un cambio de trabajo, de estilo de vida, de amistades, una ruptura de pareja, tener hijos, etc. Acciones que pueden tener grandes repercusiones en nuestra vida y en la de las personas que queremos.

Una de mis funciones como psicóloga, es ayudar al cliente a recorrer el camino necesario para emprender el cambio, facilitándole que se escuche a sí mismo/a y a que se haga las preguntas apropiadas para ello.

Una buena parte de los consumidores de antidepresivos, ansiolíticos y somníferos son personas que se encuentran perdidas en el laberinto de la postergación y no saben cómo salir o tienen miedo de hacerlo. Cuando vamos en contra de nuestros valores más importantes y reprimimos la emoción (energía) que nos impulsa al cambio, aparecen los síntomas. En cada persona se manifiestan de una manera pero con frecuencia tienen forma de abatimiento, desesperanza, apatía, ansiedad, tristeza continuada, pocas ganas de vivir, incapacidad para ilusionarse, frustración y rabia, enfermedades psicosomáticas, etc. Todos estos síntomas psicológicos y físicos son una señal de alerta que trata de dar un mensaje: “haz algo”. Las emociones constituyen una poderosa guía para saber si vamos por nuestro camino o nos hemos perdido. Si desde hace tiempo te sientes infeliz, frustrado, ansioso o deprimido… es que hay algo que hay que cambiar.

Hay un proverbio turco que dice: “No importa lo lejos que hayas llegado por el camino equivocado, da la vuelta”.

Una parte es reconocer la necesidad del cambio y otra igual de importante es hacerse responsable del mismo. Lee estas situaciones y piensa si te identificas con ellas:
· Te quejas a menudo de la gente que tienes cerca y de sus actuaciones
· Con frecuencia sientes rabia porque los demás no actúan como tú crees que deberían hacerlo.
· Sientes que para ser feliz los demás tienen que cambiar
· Estas sentado esperando a que llegue un mejor momento
· Tienes pensamiento reiterativos del tipo “Ya podría pasar …””No se decidirá nunca a…””A ver si…”

Si es así es que no te estás haciendo responsable del cambio, de momento. Dejar que las cosas sucedan, esperar sin hacer nada o esperar a que otros decidan suele multiplicar los estados psicológicos de apatía, frustración, desmotivación… es la “pescadilla que se muerde la cola”.
Como psicóloga te recomiendo un ejercicio: durante una semana fíjate y apunta cuantas cosas esperas que hagan los demás por ti y qué emoción te produce si no sucede; y al revés, cuantas cosas que no van con tus principios te exigen a ti y te sientes obligado a hacer para no causar enfado en el otro. Poco a poco intenta responsabilizarte de tus deseos y devuélveles a los demás la responsabilidad de los suyos. Caminarás mucho más ligero si eres capaz de hacerlo, y te sentirás mucho más libre.

Una vez que tomas conciencia de que hay algo que cambiar y te responsabilizas de que ese cambio ocurra hay que saber qué se quiere cambiar, cómo hacerlo y coger fuerzas para ello. Para eso con frecuencia hay que trabajar primero la autoestima, romper las creencias limitantes que detienen el cambio, clarificar valores, ponerse objetivos y trazar un plan para conseguirlos. Puede que todo esto consigas hacerlo sin ayuda o que necesites la ayuda de un psicólogo para ello, en el caso de que así sea llámanos.

Alicia Martínez Peral
Gabinete de Psicología y Salud Cuántica
Teléfono: 942 049 112
c/Vargas 55ª 3ºB. Santander